jueves, 18 de abril de 2013

Paremos los cultivos transgénicos y los agrotóxicos

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Los transgénicos son producto de una ingeniería genética industrial cuyo rasgo principal es romper las barreras entre especies. Basta ya de doble lenguaje... 
 
Los transgénicos son producto de una ingeniería genética industrial cuyo rasgo principal es romper las barreras entre especies. Los genes modificados en laboratorio contaminan cultivos no transgénicos, especies silvestres cercanas y avanzan en la erosión de la biodiversidad genética propia de la agricultura química convencional. En sus casi 20 años de expansión mundial, los cultivos transgénicos no han cumplido ninguna de sus promesas: alimentar a la población hambrienta y resolver los problemas de agotamiento del modelo de agricultura y ganadería industrial puesto en marcha por EEUU antes de la II Guerra Mundial y generalizado a todo el mundo a partir de los años 70 en la mal llamada “Revolución Verde”.


El desarrollo de los transgénicos (la primera normativa europea es de 1990) y las patentes sobre la vida (la ley europea de patentes se aprueba en el parlamento europeo a principios de 1998)[1] coinciden con las modificaciones a favor del mercado mundial de las políticas alimentarias que permitían a los estados un control sobre su propia producción. El despliegue del comercio global de mercancías alimentarias recibe su espaldarazo con la transformación del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) en la Organización Mundial del Comercio (OMC), acordado en Marrakech en 1994.

A pesar de la propaganda de multinacionales y sus científicos y políticos a sueldo, los alimentos transgénicos sólo han traído problemas para la alimentación, la agricultura y el medio ambiente: a) las malezas e insectos a los que decían combatir ya han generado tolerancia a los tóxicos perdiendo éstos su efectividad, lo que obliga a aumentar sus dosis; b) a la ya preocupante enfermedad de los suelos por contaminación de agroquímicos se ha añadido la contaminación por virus y bacterias transgénicas; c) la contaminación con genes transgénicos amenaza la seguridad alimentaria, al reducir las variedades de plantas comestibles y aumentar el control de los recursos alimentarios por parte de las multinacionales mediante las patentes de animales y plantas.

Es falso que los alimentos transgénicos sean inocuos. Pero, lo peor es que lo acrediten las instituciones que deben velar por nuestra seguridad alimentaria y se encargan de la autorización, control y seguimiento de cultivos y alimentos transgénicos. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria ha permitido su comercialización para alimentación humana o animal sin exigir a las multinacionales biotecnológicas estudios toxicológicos a largo plazo que demuestren su inocuidad con una ingesta prolongada (al igual que hacen con los medicamentos y los agrotóxicos). Con el primer estudio de alimentación a largo plazo –durante 2 años- se ha encontrado que la ingesta prolongada de maíz transgénico y sus herbicidas asociados causa tumores y daños en riñones e hígado (“Nuevas mentiras sobre los transgénicos” en Tachai nº 38).

La lucha europea contra los transgénicos

Hace 13 años, en la Europa de los 15, un incipiente movimiento europeo contra los transgénicos consiguió obtener de los ministros de  medio ambiente una moratoria europea paralizando, durante casi 6 años, la autorización de nuevos cultivos transgénicos.

“El 11 de junio de 1999, el Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la UE había acordado una moratoria con el apoyo de 11 de sus 15 miembros. Esta moratoria impedía la introducción de nuevas autorizaciones de variedades transgénicas en la cadena alimentaria europea y de hecho, limitaba su despliegue en el resto del mundo. La moratoria, muy discutida entonces, se hizo efectiva porque, ante una opinión pública europea mayoritariamente contraria a los transgénicos, ninguno de los Estados de la UE podía afirmar que la legislación vigente (Directiva 90/220 y Reglamento 258/97) era suficiente para garantizar el uso alimentario y el cultivo de las variedades transgénicas, tanto en relación a los protocolos exigidos para evaluar el riesgo sobre la salud y el medio ambiente, como en el seguimiento y trazabilidad de los alimentos o ingredientes transgénicos a lo largo de la cadena alimentaria. La legislación tampoco establecía medidas adecuadas para que los consumidores que así lo quisieran, pudieran evitar el consumo de alimentos transgénicos (no se exigía el etiquetado). Tampoco se daban garantías de que se pudiera evitar la contaminación accidental o intencionada a lo largo del proceso de producción, manipulación y transporte, que preocupa a consumidores, pero también a los agricultores y ganaderos.”[2]

La moratoria se consiguió porque, estados favorables a los cultivos transgénicos, querían una normativa rigurosa que garantizase que los transgénicos autorizados habrían pasado todas las pruebas necesarias para que fueran seguros, o bien, no querían que la opinión pública se les echase encima. La alianza partía de posiciones muy heterogéneas y logró unificarse en torno a dos objetivos: a) fortalecer la normativa de regulación de los cultivos y alimentos transgénicos en Europa –referente para el resto del mundo- y obtener un protocolo de bioseguridad a nivel internacional que garantizase la segregación en origen entre transgénicos y no transgénicos, un etiquetado y el derecho de los estados importadores a impedir la entrada de semillas, materias primas o productos elaborados que contuvieran transgénicos que no estaban autorizados en su país sin que fueran acusados de obstruir el libre comercio. El hecho de que en la primera negociación internacional sobre bioseguridad [3] se frustrara la posibilidad de conseguir un protocolo de bioseguridad a nivel internacional por la ambición de los países exportadores de cereales, decantó a los indecisos y, en nuestro país, sirvió para que COAG (Coordinadora de organizaciones de Agricultores y Ganaderos) se manifestase a favor de la moratoria, enarbolando el principio de precaución y neutralizando en su interior a los sectores protransgénicos que no podían defender la introducción de estos nuevos cultivos sin que hubiera unas mínimas garantías para permitir la elección de agricultor@s y consumidor@s<a< a=""> href="#_ftn4" name="_ftnref4" title="">[4].
En aquellos años no contábamos con las evidencias actuales ni con el descrédito de las instituciones. Por otro lado, la izquierda europea ha tenido muchas dificultades para tener una posición crítica con el desarrollo tecnológico, aunque dicho despliegue consista en robar las semillas a los campesinos, hacerles más dependientes de una tecnología que crea más problemas que soluciones, cuyas únicas garantías son unos recursos alimentarios cada vez más privatizados y en menos manos, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria de todas las personas y todos los pueblos. Oponerse a los transgénicos se identifica, aún hoy, con ir contra la ciencia y el progreso.

Tras el levantamiento de la moratoria en 2004 y con una normativa más rigurosa[5], ya no había ningún problema para el avance de los transgénicos. El parlamento europeo confundió el principio de precaución con la regulación de la coexistencia entre cultivos transgénicos y no transgénicos. Se inició una ofensiva, primero a nivel comunitario y luego en cada estado miembro para conseguir la cuadratura del círculo: negociar una normativa que permitiese el desarrollo de los cultivos transgénicos y diera seguridad, a quienes no quisieran plantarlos o consumirlos, para obtener semillas, cultivos y alimentos libres de transgénicos. Aunque era evidente que los cultivos al aire libre no tienen barreras para su propagación y que el viento y los insectos polinizadores consiguen ampliar su radio de influencia, los legisladores y los políticos miraron hacia otro lado. [6]

En el estado español, a partir del levantamiento de la moratoria y con la llegada del PSOE al gobierno, el movimiento fue incapaz de mantenerse unido en torno al principio de precaución. El oportunismo de las burocracias ecologistas y agrarias intentando negociar una imposible coexistencia con el gobierno socialdemócrata - aparentemente menos alineado con las multinacionales-, resultó un fracaso que fracturó el movimiento[7], aislando a quienes denunciamos desde el principio esta negociación[8] y frenó la creación de plataformas de lucha contra los transgénicos en todo el estado, siguiendo el ejemplo de Cataluña en el que se realizaron algunas acciones directas de siega de transgénicos.

La rebaja del principio de precaución a unos mínimos que entrasen en una normativa de coexistencia no ha conseguido frenar el avance de los transgénicos. Los resultados, una década después, hablan por sí solos[9]. Somos el principal estado miembro en cultivos comerciales y experimentales transgénicos pero también el primero en incumplimiento de la normativa europea sobre transgénicos: a) las multinacionales incumplen sistemáticamente los requisitos para experimentos a cielo abierto con transgénicos y aún no han desarrollado los planes de seguimiento que exige la legislación para controlar los efectos negativos, b) el Consejo Nacional de Biotecnología tolera lo intolerable reconociendo en sus actas que las empresas no aportan suficiente información para autorizar un cultivo experimental, a pesar de lo cual, nadie se los para[10], c) el propio Ministerio de Agricultura incumple la normativa europea al no hacer públicos ni los campos experimentales ni la localización de los cultivos comerciales, única forma de que los agricultores que no siembran transgénicos puedan denunciar a los autores de la  contaminación que sistemáticamente reciben[11].

Los burócratas del movimiento antitransgénicos no sólo no han reconocido su error, sino que continúan con su política de poner una vela a dios y otra al diablo. El 17 de abril, día de las luchas campesinas, la Vía Campesina conmemora el asesinato por los paramilitares de una veintena de líderes campesinos que denunciaban los abusos de los terratenientes en el estado de Pará (Brasil, 1996) mediante una marcha y la ocupación de fincas. Las organizaciones que lideran el movimiento contra los transgénicos nos convocaron a una primera manifestación unitaria estatal (18-abril- 2010, Zaragoza) que congregó a agricultores (los menos), ecologistas, consumidores y ciudadanos. El lema comprometía poco: “No queremos transgénicos. Por una alimentación y una agricultura libre de transgénicos”. Pero servía para aglutinar a todos. El año siguiente se realizó en Madrid y fuimos menos. Se notó que las grandes organizaciones no pusieron tanta carne en el asador. Ya no hubo más convocatorias para marchar sobre una ciudad. Se han limitado desde entonces a recoger las iniciativas descentralizadas en una web[12].

Con el transcurso del tiempo, en lugar de ganar fuerza, se limitan a ocupar el espacio. Este año nos convocan a hacer un álbum con fotos en las que mostremos nuestra repulsa a los transgénicos. No hay contenidos, no hay debate, no hay intención de organizar un movimiento. Lo que si hay es una burocracia ocupando el espacio político, ahora bajo la forma de una estructura estatal autodenominada Asambleas por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos, que durante un par de años han vivido de las subvenciones y, ahora, se reúne una vez al año y, aunque hace un llamamiento para que se sumen nuevas iniciativas[13], no permiten que ningún colectivo que no esté controlado por ellos, participe en dichas asambleas. Dicen construirse desde la base y para la coordinación en los territorios. En realidad, sólo hacen lo que viene bien a sus protectores. Por eso los contenidos tienen que ser “a favor” y no “en contra”. 

En el resto de Europa, parece que el movimiento contra los transgénicos goza de mejor salud. Aunque el hecho de que el estado español sea el coto privado de las multinacionales y no consigamos ponerles freno, limita la fuerza de un movimiento a nivel europeo.

El pasado 26 de marzo, La Garbancita Ecológica se adhirió a la campaña “STOP THE CROP” iniciativa impulsada por Amigos de la Tierra Europa y el Corporate Europe Observatory para exigir la paralización del cultivo de transgénicos en Europa (Ver el manifiesto en Anexo 1).
“Parar el cultivo” no recoge todas las dimensiones que entran en juego con la comercialización de alimentos transgénicos. Se deja fuera la importación de materias primas y alimentos transgénicos procesados que circulan libremente también en los países europeos que han prohibido su cultivo o en los territorios que se han declarado Zonas Libres de Transgénicos. Pero sí destaca la dimensión principal del experimento a nivel mundial que supone la producción a gran escala de estos monocultivos industriales. Al igual que la campaña argentina “Paren de fumigar” en relación al avance de los cultivos de soja transgénica recogía el grito de las víctimas de la fumigación.
No hay que perder de vista que los transgénicos son la forma más desarrollada de la agricultura industrial. “El desarrollo de la agricultura industrial ha creado los transgénicos como un resultado necesario. Por eso los agrotóxicos no se reducen sino que se incrementan con los transgénicos. La concepción química y transgénica como formas anterior y posterior del mismo modelo agroalimentario en su proceso de desarrollo de mercado global. No podemos, por tanto, afrontar el problema de los transgénicos sin plantear, simultáneamente, el problema de los agrotóxicos. Tampoco podemos hacer una campaña centrada en Europa sin asumir nuestra responsabilidad, al consumir carne y productos de origen animal, en las desastrosas consecuencias para el medio ambiente, la salud y el desarrollo rural de las plantaciones de soja y maíz transgénicos que engordan al ganado europeo o se transforman en agrocombustibles para alimentar el depósito de nuestros vehículos “ecológicos”.
Desde hace 6 meses una Campaña Continental Contra los Agrotóxicos y por la Vida se desarrolla en América Latina y el Caribe para culminar el 7 de abril, día mundial de la Salud. Es la culminación de un proceso de resistencia ante la agricultura industrial y transgénica y las multinacionales que hacen el negocio atentando contra la población con el consentimiento de las autoridades. El barrio de Ituzaingó es uno de los ejemplos de lucha ciudadana hasta conseguir que los tribunales condenen a los culpables.
La Garbancita Ecológica nos hemos sumado al manifiesto y queremos concluir nuestra campaña del Día de las Luchas Campesinas difundiendo el manifiesto Los Agrotóxicos matan. (Anexo 2).

Para seguir toda la campaña y suscripciones, pinchar aquí.

Consejo Rector de La Garbancita Ecológica
Anexo 1
Campaña europea STOP THE CROP. Carta de difusión
Estimados amigos, estimadas amigas,
Durante los últimos 15 años tan solo dos cultivos transgénicos han podido ser autorizados para su cultivo en Europa, como resultado de un amplio rechazo social y del éxito de la oposición por parte de organizaciones ecologistas, campesinas y otros movimientos sociales. Y su cultivo se ha reducido a unos pocos países, especialmente en el Estado Español, a pesar de la resistencia.
Sin embargo, en la actualidad hay 25 cultivos transgénicos en la lista de espera de aprobación para su cultivo en la Unión Europea, muchos de ellos resistentes a uno o varios herbicidas; otros resistentes a insectos (Bt). Y nos encontramos ante una Comisión Europea favorable a los transgénicos, unos gobiernos nacionales menos dispuestos a oponer resistencia y un proceso de toma de decisiones poco transparente.
Por eso lanzamos esta nueva campaña para frenar la aprobación de estos nuevos cultivos transgénicos, con el nombre de Stop the Crop. Hay una web ya disponible www.stopthecrop.org que esperamos pueda servir como una herramienta de referencia en esta lucha.
Es un proyecto iniciado por Amigos de la Tierra Europa y el Corporate Europe Observatory, apoyado por la Coordinadora Europea Vida Campesina, el European Envirnomental Bureau, Genet, Inf OMG Rumanía, Food and Water Watch, GMWatch (Reino Unido), SaveOurSeeds (Alemania), SlowFood Alemania, SlowFood Italia, Bioforum (Bélgica), Oikos (Bélgica), Climaxi (Bélgica), AIAB (Italia) y Firab (Italia).
¿Qué pedimos a las organizaciones?
1.      ¡Apoya la campaña!  Manda el nombre de tu organización y la persona de contacto a mute.schimpf@foeeurope.org o ivan@corporateeurope.org
2.      Difundir la web y los vídeos lo máximo posible entre vuestros contactos, listas de correo y redes sociales.
3.      Ayuda para difundir la campaña por redes sociales como Facebook (https://www.facebook.com/StopTheCrop) o Twitter (por favor usad  #stopthecrop).
4.      Envíanos noticias recientes (de los últimos seis meses) con un pequeño resumen en inglés. El resto de la noticia puede estar en otro idioma. Por favor envíalas a ivan@corporateeurope.org
Un saludo,
Amigos de la Tierra Europa
y Corporate Europe Observatory
Anexo 2:
Los Agrotóxicos matan. Campaña Continental contra los agrotóxicos y por la vida
En el 7 de Abril, Día Mundial de Salud, y a más de seis meses del Lanzamiento del capítulo argentino de la Campaña Continental Contra los Agrotóxicos y por la Vida, impulsado por la CLOC / VIA CAMPESINA, realizado en la localidad de Malvinas Argentinas, provincia de Córdoba, la lucha contra el Agronegocio está más presente que nunca.
Atentos a los resultados del estudio del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) que detectó en  leche materna de madres consumidoras de frutas y verduras (NO solo de madres fumigadas) valores de plaguicidas superiores en un 15 por ciento a los establecidos en el Código Alimentario Argentino (con residuos de pesticidas que podrían causar trastornos en la salud de los bebés), entendemos que cada día son más graves las consecuencias y enfermedades causadas por los venenos del Agronegocio sobre la salud y la vida de toda la población. La dimensión que toma no es sólo en el campo con las familias fumigadas sino en toda la población, inclusive de las ciudades, a través de los alimentos y la contaminación ambiental. Se suman también otros impactos como la nube tóxica sobre Bs.As. en diciembre del año pasado.
Asimismo como pueblo organizado seguimos acompañando la resistencia  a la radicación de MONSANTO en Malvinas Argentinas (Córdoba), expectantes a la suspensión de obras dictada por el juez;  juzgamos y condenamos a los primeros empresarios responsables de la contaminación de Bo. Ituzaingó Anexo; y junto a muchos pueblos y ciudades vamos logrando imponer con presión popular ordenanzas y leyes más restrictivas para el monocultivo dependiente de agrotóxicos.
Seguimos y seguiremos luchando contra el proyecto de Ley de Semillas que atenta contra nuestra biodiversidad y la posibilidad de seguir produciendo alimentos sanos para el pueblo.
Resaltamos también que en estos meses se agudizó la violencia de los terratenientes contra los campesinos indígenas que luchan por su derecho a la tierra y a la producción de alimentos sanos, llevándose la vida de Miguel Galván en Santiago del Estero en octubre del 2012.
El Agronegocio insiste con su modelo de concentración de la tierra, monocultivo con semillas transgénicas, fertilizantes y agrotóxicos “ahora más sustentables, que matan menos..”, con un campo sin trabajadores. Demostrando que sólo quieren seguir concentrando la tierra y el capital a costa del envenenamiento de la Madre Tierra, de la pobreza y hambre de las mayorías.
Desde la Campaña Contra los Agrotóxicos y por la Vida proponemos seguir luchando y trabajando para lograr:
* Luchar contra las Transnacionales y mejorar la calidad de vida (del ser humano y del planeta)
* Erradicar los agrotóxicos de la Argentina, Latinoamérica y del mundo
* Construir mecanismos institucionales contra los agrotóxicos
* Luchar para que el Estado se comprometa en políticas públicas a favor de la soberanía alimentaria y por una agricultura sin agrotóxicos.
* Comunicar a la sociedad de los problemas relacionados con ellos
* Hacer la relación entre medio ambiente, salud y alimentación sin agrotóxicos
* Ser un mecanismo de construcción de unidad entre las organizaciones (del campo y de la ciudad)
La Campaña no pretende reemplazar a ninguna de las iniciativas existentes sino potenciar en forma colectiva la lucha de cada una de las organizaciones. Buscando trabajar desde los territorios para enfrentar este modelo que nos “desaloja”, silenciosamente, de nuestra tierra, de nuestra salud y de nuestra vida. Esperamos poder seguir realizando encuentros en las distintas provincias para seguir articulando acciones concretas. Nuestro propósito es poder coordinar ejes de trabajo (Investigación, Jurídico y Comunicación) y realizar acciones conjuntas en la lucha contra los agrotóxicos y a favor de otro modelo de agricultura.
Esta es una respuesta concreta que denuncia  la agricultura de la muerte y propone la agroecología como la agricultura de la vida en el marco de la soberanía alimentaria. Esta es una tarea que nos toca como pueblo en este momento histórico de la lucha por la transformación de la sociedad.
Invitamos a todas las organizaciones sociales, de trabajadores, de la salud, de la educación, instituciones, asambleas, personas, etc. a adherir en este proceso organizativo, y que cada vez seamos más para continuar este camino de construcción conjunta.

Mail de contacto con la Campaña y para sumar adhesiones:  contralosagrotoxicos@gmail.com
www.losagrotoxicosmatan.org
facebook: AgrotoxicosMatan     

¡LOS AGROTOXICOS MATAN! ¡SOBERANIA ALIMENTARIA YA!



[2] “El fín de la moratoria europea, ¿a quién beneficia”, Editorial del boletín de GAK de CAES, Agricultura y Consumo Responsables, junio 2004. http://www.lagarbancitaecologica.org/garbancita/index.php/transgenicos-no-no-y-no/237-el-fin-de-la-moratoria-europea-de-transgenicos-ia-quien-beneficia
[3] El Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) creó un grupo de trabajo para el desarrollo de su artículo 19.3 que estipulaba la elaboración de un protocolo sobre los procedimientos de transferencia, manipulación y utilización  de transgénicos, incluido el consentimiento informado previo. Este grupo  se reunió 6 veces entre julio de 1996 y febrero de 1999, presentando su proyecto de Protocolo de Bioseguridad en la I Reunión Extraordinaria del Convenio de las Partes, Cartagena de Indias, Colombia. Febrero 14-19 de 1999. La reunión fracasó porque EEUU, liderando al denominado Grupo de Miami (Canadá, Australia, Argentina, Chile y Uruguay, todos ellos exportadores de cereal) fue demasiado explícito en sus intereses comerciales, alineados con los de la industria biotecnológica, y  se puso en contra a todos los demás, interrumpiéndose la negociación hasta el 20-24 de enero de 2000. En esta segunda reunión se adoptó el Protocolo de Cartagena sobre la Seguridad de la Biotecnología que entró en vigor el 11 de septiembre de 2003.
[4] La periodista María Josep Picó redactó la noticia en el periódico Levante el 16 de octubre de 1999 que daba cuenta de la mesa redonda organizada en Valencia por la Real Sociedad Económica de Amigos del País sobre alimentación y transgénicos en la que intervinieron, entre otros participantes, Jaime Costa por Monsanto y Pilar Galindo por la COAG. Este fue uno de los primeros debates sobre transgénicos en nuestro país y en él, la COAG defendió el principio de precaución y la petición de una moratoria. El contenido de esa noticia está recogida en la web de La Garbancita Ecológica (http://www.lagarbancitaecologica.org/garbancita/index.php/transgenicos-no-no-y-no?start=78). La hemeroteca electrónica del Levante sólo llega hasta el 2008.
[5] Lo más destacable es el etiquetado obligatorio para semillas, piensos y alimentos para consumo humano que contengan más del 0,9% de transgénicos. En la práctica, al dejar fuera del etiquetado todos los alimentos para consumo humano de origen animal, toda la ganadería europea se alimenta de transgénicos incluso tratándose de producciones artesanas. Ver “Producción artesanal y transgénicos” http://www.lagarbancitaecologica.org/garbancita/index.php/hablan-agricultores-y-consumidores/336-produccion-artesanal-y-transgenicos. Las consecuencias de esta excepción en el comercio global se ilustran bien en este artículo de  “Transgénicos y el colapso de la apicultura chilena” http://www.lagarbancitaecologica.org/garbancita/index.php/transgenicos-no-no-y-no/1066-transgenicos-y-el-colapso-de-la-apicultura-chilena. Actualmente en EEUU están dando la batalla para conseguir algún etiquetado, dado que allí no es obligatorio para ninguna categoría de alimentos.
[7] P. Galindo. “Coexistencia con transgénicos, no, no y no. Basta ya de doble lenguaje” (noviembre 2006). http://www.lagarbancitaecologica.org/garbancita/index.php/transgenicos-no-no-y-no/278-coexistencia-con-transgenicos-no-no-y-no-basta-ya-de-doble-lenguaje
[8] VVAA. “Por una agricultura y una alimentación libre de transgénicos” http://www.ecoportal.net/content/view/full/65755  Respuesta en diciembre de 2006 de organizaciones ecologistas, Plataforma Rural y COAG a artículo nuestro referenciado en nota anterior y publicado en noviembre de 2006, inicialmente en el periódico GARA.
[10] Amigos de la Tierra. “Las malas compañías. ¿Quién decide la política del gobierno sobre transgénicos?” http://www.tierra.org/spip/IMG/pdf/Las_malas_companias_II.pdf

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